domingo, 13 de noviembre de 2011

Triste temor a pesadilla

Ni contigo ni sin ti


Dicen que las calles están plagadas de seres, seres ficticios, como los muñecos diabólicos que se presentan en la televisión y que atemorizan a la sociedad. Corresponden con el morir, a veces con el llorar, con el sufrir.
¿Armonía?, ya no queda. Decían que la armonía había fundido su pegamento entre las dos partes, pero que se acabaron inundando. No temo al mañana, ni siquiera al hoy, porque no existe. Si tu intentaste causarme dolor, fracasaste. Sin un "tú", no habrá sufrimiento, tampoco sin un "yo". Yo pretendo perderme, ser apestada. Introducirme en la papelera y ser consciente de la posible trituradora. A veces lloro, no por el olvido, sino por el fracaso, el desaliento por lo intencionado. Otras veces rio, sin sentido, porque me rio de ti y tú no lo sabes, tampoco lo sabrás mañana. Consciente de aquello a lo que me presento, el camino de la supuesta verdad, ya me quita el placer. Urgas entre lo caótico, porque al menos comprende una utilidad, alomejor encuentras entretenidas las drogas duras y se te revuelve el coco de nuez. Y ahora me dan pinchazos, por esos dulces que ingerí antes, no debí hacerlo porque luego me siento mal. Ese mal me corroe, es una puta obsesión de vida lastimera. Unas veces se pierde, otras se gana, quiero ganarte. Echo de menos tu carne, y mi sentir, porque yo ya no siento. Ayer me hiciste no querer sentir dolor, y ahora no lo siento. Es inútil hacerme creer algo, ya no creo a nadie, ni a nada (todo es mal). Como poder confiarte, sería un milagro de Dios, un Dios que transmite justicia no puede permitir el mal. Todos me desprecian, quieren enterrarme, pero otros ya lo han hecho antes.
Lo único que queda de mi, es mi alma, esa que algún dia acabará por trocear a otro cuerpo triste y maloliente.


viernes, 1 de julio de 2011

Veinte de junio.




Te incluía en mis huellas dactilares, en los despertares de aquellas mañanas de primavera donde el límite de mi horizonte eras tú. Me vinculaba contigo, sentía taquicardias cada vez que te volvías preso de mi, y aún no poseer cadenas que nos entrelazasen, sentía tanto aprecio como si la distancia fuera palpable a milésimas de segundo. Maldita dulzura la tuya, la que nos dejaba pegados como pegamento, o azucar glas sobre los dedos tras deborar una almendra caramelizada. Y nunca llegaba a ser empalagoso, no llegaba a ser chocolate tan blanco como las nieves del paraíso afrodisiaco. Pero hablando en pasado, y en sustancias estupefacientes que contenía tu saliva, me quedaba líquida en un coma profundo. Ahora, no existe trenza de unión, ni las cadenas frías despiertan otro similar escalofrío. Quizás a veces mienta, sí, y quizás a veces deslice rocíos sobre los contornos entre verdosos y azul cielo, pero son específicos momentos, de recordatorio o fruto del bienestar, tampoco se tendría que dar importancia ya a la concordancia entre realidad y ficción.
Todo pasa, sucede en acto y consecuencia.
Pensaba que hacía lo correcto, no o sí, en todo caso, el arrepentirse es un pensamiento algo erróneo. Ni aquél ladrón se arrepintió en el momento del robo, ni yo en el momento de enamorarme. Pero, ¿qué es el amor si no una partida de poker en el que apuestas por una única meta? Conseguir beneficio inmediato y satisfacción pasajera. Una vez lo tienes, apuestas por otra carta.

jueves, 16 de junio de 2011

Deberías de sentir



Cuando pierdes todo, pareces desplomarte en la nada. Un susurro del vacío te dice que te quedarás desguarnecido eternamente.Tú aclaras: quiero quedarme solo, precisamente para que nadie más me pueda lastimar. Entonces cierras con llave todo lo que un día fue accesible a tu corazón. Le pones triple candado y acatas con las consecuencias de un alma encadenado.

Una especie de rosa marchita rodeada por alambre de espinas.

Un día cualquiera, intentaste volver a sonreir. Quizás, meditaste, inevitable lo planteaste, ¿dar otra oportunidad a que otro sentimiento florezca?.

No sabes si funcionará, si otro puño podrá desgarrarlo, si las consecuencias te dejarían un cuerpo en nefastas condiciones y un interior fraccionado a punto de no volver a la consciencia.

Pasaron semanas, meses, un período de nostalgia, y a la vez, abandono a tu cuerpo.

Tus esperanzas estaban marchitas. Enflaqueciste tus piernas, te dejaste caer al vacío.

Intentas volver a sonreir, pero te vuelven a enganchar con cadenas y parece que pierdes el hilo de las palabras.¿Me dejas mirar a través del cuello de tu camisa?

Es solo para ver si te queda corazón.

Lo consiguió, logró florecer, aún sedienta, aspiró luz de donde parecía imposible converger.Bebió de su boca.Cada mañana que respiraba, ansiaba su aire, sus labios ya no marchitaban, estaban sedientos de su espuma.Sus brazos anhelaban caricias que apagaran sus pasados desconsuelos.Los ojos ya no reflejaban lágrimas de lamento, sino radiaban su devoción.Manos deterioradas de recoger puñales, ya reaparecen con tiritas de humanidad.

Los pies de repente palparon tierra firme, los cristales desaparecieron.

Sus cariño es mi perdición. Mi mente es presa de su intelecto, él siente mi desosiego.Cada hora de reloj es presa de nuestra indigencia mútua. Necesitaría que el día se completara en 30 horas y que las 6 sobrantes en nuestro mundo real fueran presas de un "nosotros".

Quedan días, noches, atardeceres, mañaneos de sorpresas, estrujones, sueños en delicadeza en tu hombro como señal detallista.

Tuve miedo a decirlo, incluso a pensarlo por si escuchabas mis pánicos en secreto.Pero ya perdí mi cobardía.

No te faltó ni un segundo para demostrarla lo que de verdad sospechaste sentir por ella.

Solo escucha la palabra gracias.

Una palabra medianamente silenciosa, pero es correspondiente a un abrazo de esos que te suben por las nubes y que te hacen volar. Por existir, por hacerme sentir singular, por ser monigote detallista, dulce, incapaz de traicionar.

Te incluyo en mis huellas dactilares, y repaso cada noche cada estría para vincularme contigo.

No tengas miedo a sentir, siente, es el momento de hacerlo.



domingo, 6 de marzo de 2011

Seis de marzo de un año desentendido


Todo es desmesuradamente insólito.

Nadie comprende nada, yo aún menos.
Me arrastro por los suelos, pienso en el infinito a la vez que me da pavor figurarlo.
Deleito sustancias tóxicas, y otras tanto dulces.
No tiene cosa amarga, es un componente afrodisíaco,
dan ganas de morderlo.
Pero no lloro, solo mi pecho está contenido.
Nadie vislumbra nada, yo menos.
Me da miedo decírtelo, aunque me encanta sonreírte.

Esta noche quizás contemplemos las estrellas juntos, quizás mañana acechemos un nuevo amanecer, dentro de cinco meses te agarre de la mano y pronuncie las palabras impronunciables.

La palabra fin acompaña a todo y a todos.
El fin de la humanidad es la muerte.
El fin de aquella almohada es desintegrarse de las plumas.
El fin de aquella almendra es ser devorada por la especie.
Mi fin será la propia tumba que me cabe, pero ese quiero que sea mi único fin, y que antes de ello sea atravesada por tu belleza simplificada en palabras, posturas semblantes, conmociones impregnando mi ser.


Me gusta gritarle al cielo y a las nubes, y ser libre como un ave.
Y correr detrás del sol, antes de que se esconda.
Dormir 24 horas seguidas, despertarme en otra ciudad, otro continente pasados 100 dias desaparecida.
Luego aparecer y saber que seguiré siendo la misma persona, que tu me seguirás acompañando no tan solo en el recuerdo sino en sustancia, una mano acariciando mi pecho y el rostro blanquecino, como una escultura de porcelana.

Soy fragilidad en psiquis pero dureza en materia.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Armonía silenciosa


Reconocí la soledad de tus palabras.
Palabras sinceras, pero poco agradables.
Pesaban, arrastraban esa sensación de lamento, de ganas de suicidio.
Mi preocupación desbordante, ese incierto modo de ver la vida no agradaba al oido de ningún pasajero a bordo.




Yo penetraba en los pasillos de aquel barco, tenebrosos pasillos en los cuales cada grito me recordaba un pasaje mencionado por aquel suicida.
Presentía que algo malo iba a ocurrir, y así fue.
Entré en mi habitación fascinada por el gran fragor, aquellos materiales de los cuales estaba fabricada cada pieza de la embarcación chirriaba cada vez mas fuerte.
Solo se oian lamentos, más clamores.
Estábamos a punto de ser traicionados por el estruendo más grande jamás captado por la humanidad.
No fueron precisos los refuerzos, la gente no paraba quieta y las piezas cada vez se revolvían más en su desorden.

La sinfonía de violines, convertía bonitas melodías en chirriantes puertas de metal.
No afectó eso a mi persona, total ya acostumbrada a la palabra muerte, y al proceso de destrucción, rezaba tranquila mientras de rodillas nuestra muerte contaba hasta tres.
Cerré los ojos, todo era negro, y después blanco.
Nada volvió a la estridencia, si no a la armonía silenciosa.
Todo volvía a estar como al principio.



martes, 31 de agosto de 2010

Más cicatrices que piel


Escalofríos, te hacen temblar.
Te hacen crecer entre la penumbra, lo insólito y lo más perturbador.
Cierras tus puertas, cuando anteriormente la luz rellenaba cada rincón con pequeños destellos.
Cuando te das cuenta de que todo parecía una historia feliz, un pequeño fragmento se rompe en miles de pedazos y el puzzle no acaba encajando.

¿Cuándo supusiste que todo aquello podría conquistar tu alma?
Lo pensaste, creíste en lo imposible.
Porque siempre acaba volviendo a lo más frustrante, al triste final.
Ahora no quiero ni que te acerques, ni que me susurres en voz bajita los te quiero que siempre me decías.
Las historias que me contabas, y yo inconscientemente tragaba.
Me acabo atragantando con tus mentiras, las porquerias denunciables, hechos no únicos, pero que pesan.
A tu carga queda, a tu pecho encadenado, a miles de palabrerias inconscientes.

Si, ahora repróchame.
Intenta que me convierta en el ser más subnormal de los planetas, donde el único dios seas tú.
Y volar... volar ya será imposible en ese cúmulo de tantas historias inquietas.
Pesan, pesan demasiado porque mi alma ya no traga más dolor.


Los momentos únicos de nuestra superviviencia, acaban volviéndose en nuestra contra.
Es crudo pensar en ello, pero es la objetividad de esta vida descarnada.

lunes, 23 de agosto de 2010

Evaporarse, desaparecer...

¿Qué es miedo?
Miedo eres tú.
Nosotros también es miedo.
Miedo es la multitud, y nuestros dorsos rozando el firmamento.
Nuestros corazones como puñales, como sentimientos en perspectiva atónita.
Miedo concluye en ti y en mi.
Perdición entre dos almas compuestas de venenos que inyectados en nuestros organismos, corresponden a otra dosis de catástrofe.
Catástrofe desdicha, no ingiero más de ti.
El miedo me ha corrompido por dentro, por fuera dejó estragos.
Rostro que ya no coincide conmigo, parece un ser demacrado por la desconfianza.
¿Y luego dices que no tenga miedo, que la posesión absorva mis más melosos pensamientos?
Incordia, atrapa, solicita tu cuerpo.
Pero solitario, el tuyo se separó, las trizas de nuestro pasado volaron a un infinito recuerdo.



Nada recuperará su color.
El negro lo inundó todo.